¿A menudo tampoco sé ver el rostro de Jesús? por Pbro. Carlos Padilla E.
Me gusta mirar a los discípulos de Emaús que cuentan lo ocurrido a los otros diez cuando regresan «En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan». Contarían con entusiasmo ese encuentro con Jesús en medio de su pesar. Contarían cómo regresaban a sus casas, a su hogar tranquilo, llenos de pena. Habían dejado atrás sus sueños de verdad, de grandeza, sus deseos de cambiar el mundo. Volvían a su aldea de Emaús. Estaban tristes y un peregrino salió a su encuentro. Jesús fue a buscarlos en el camino y se colgó de nuevo a sus vidas. No los dejó marcharse. Quiso darles un sentido, una razón para seguir creyendo. Me conmueve siempre ver el amor de Jesús. Ese amor que no se detiene, no se olvida, no abandona. Se pone en camino siguiendo mis pasos cuando me alejo de Él. Me detiene cuando yo no quiero saber nada de sus planes. Se empeña en decirme la verdad cuando yo prefiero vivir tranquilo en medio de...