La presencia de la Virgen María en la Liturgia
Después de Dios y de Jesucristo, nada hay en el Cielo ni en la Tierra tan grande y tan digno de veneración y de amor como la Santísima Virgen. Toda la grandeza y perfecciones le vienen a María por ser la Madre de Dios. ¡Qué importancia tendría María que el Concilio Vaticano II le dedicó un magnifico capítulo en la misma constitución sobre la Iglesia, para poner de manifiesto que María es madre de la Iglesia, de esa Iglesia fundada por su Hijo y la depositaria de las riquezas de la liturgia! Pablo VI en su exhortación Marialis Cultus (el Culto a María), profundiza las relaciones entre María y la liturgia. María es ejemplo de la actitud y disposición interior con que la Iglesia celebra y vive los divinos misterios. Por eso Pablo VI presenta a María como: Virgen oyente: que acoge con fe la palabra de Dios, la proclama, la venera, la distribuye a los fieles y escudriña a su luz los signos de los tiempos. Virgen orante: en la visita a Isabel, en Caná y en el ...