Celebración del Misterio Cristiano: Razón de ser de la Liturgia
La liturgia se hace nuestra cuando la celebramos. En cada celebración litúrgica, bebemos en la fuente de aguas vivas y podemos colmar a Quien nos pide de beber, y saciamos también nuestra sed verdadera.
¿QUÉ ES CELEBRAR?
Celebrar expresa la idea de un lugar frecuentado por una muchedumbre numerosa reunida para una fiesta. El verbo “celebrar” tiene así una connotación de “frecuentar”, pero sobre todo apunta a una cualidad festiva, ritual y comunitaria en la acción. El sustantivo celebración designa la acción de celebrar, de cumplir, realizar solemnemente en particular las ceremonias del culto. Luego por extensión, es sinónimo de “glorificar, alabar, festejar”.
En la vida social se habla de celebrar fiestas, aniversarios, pero también acontecimientos, victorias, matrimonios, funerales, y luego toda especie de personas físicas o morales dignas de veneración o de admiración: una “celebridad” designa un personaje famoso. Hasta “celebrar la vida” llegó a ser una expresión de moda en nuestros días.
¿QUÉ HACEMOS CUANDO CELEBRAMOS?
1. Interrumpimos nuestro andar cotidiano para hacer fiesta (por ejemplo, la fiesta de cumpleaños implica un prepararse, un detenerse, etc.).
2. Hacemos memoria y traemos al presente un acontecimiento que ha sido y es decisivo en nuestra vida (por ejemplo, en el aniversario de casados recordamos el casamiento, vemos fotos, etc.).
3. Nos reunimos comunitariamente (invitamos a nuestra fiesta a quienes tenemos cerca, a quienes queremos y nos quieren).
4. Utilizamos ciertos códigos rituales (en el cumpleaños, la torta con velitas, los regalos, los saludos, forman parte del ritual).
En la Liturgia, Jesucristo nos invita a celebrar, nos convoca; y se dan en ella los elementos propios de toda celebración recién señalados:
1. Interrumpimos nuestra semana y, respecto de la Misa, en el marco del Domingo nos detenemos y pensamos en lo que hemos vivido los días anteriores y lo que viviremos los posteriores.
2. Se hace absolutamente actual el gran acontecimiento que nos da nueva vida y nos salva: la muerte y resurrección de Jesucristo (su Misterio Pascual).
3. Celebramos comunitariamente y participamos todos en lo que Jesús nos ofrece: su Palabra y, en el caso de la Eucaristía, su comida sacramental que es su Cuerpo y Sangre, bajo las apariencias de pan y vino.
4. Lo hacemos a través de los ritos de la liturgia que con su lenguaje simbólico nos acercan los Misterios de Dios y nos expresan a nosotros delante de Él.
La celebración litúrgica mueve y comunica ideas, afectos, sentimientos y actitudes. La palabra, el gesto, el rito, el espacio ambiental, los símbolos, etc. crean y transmiten un significado que tiene valor de acontecimiento salvífico para los creyentes.
¿QUIÉN CELEBRA?
Es toda la Comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza quien celebra. "Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es sacramento de unidad, esto es, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos. Por tanto, pertenecen a todo el Cuerpo de la Iglesia, influyen en él y lo manifiestan, pero afectan a cada miembro de este Cuerpo de manera diferente, según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual" (SC 26). Por eso también, "siempre que los ritos, según la naturaleza propia de cada uno, admitan una celebración común, con asistencia y participación activa de los fieles, hay que inculcar que ésta debe ser preferida, en cuanto sea posible, a una celebración individual y casi privada" (SC 27)
La asamblea que celebra es la comunidad de los bautizados que, "por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo para que ofrezcan a través de todas las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales" (LG 10). Este "sacerdocio común" es el de Cristo, único Sacerdote, participado por todos sus miembros.
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