EMAUS: mi expectativa y realidad
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Por: Faruk Urrutia Jalilie
15 de Octubre del 2016
Para nadie es un secreto que los
retiros espirituales a pesar de no ser nada nuevo, han tomado mucho auge en los
últimos años. Para los que no estén familiarizados con el tema, EMAUS es un
movimiento basado en la fe católica creado hace más de 20 años por Myrna
Gallagher donde por tres días y dos noches, hombres y mujeres por separado,
realizan distintas actividades alrededor de la fe y las experiencias de vida
mediante una serie de testimonios y tareas grupales e individuales.
Confieso que era bastante
reticente a este tipo de eventos, me cuesta creer que en tres días y dos noches
uno tenga el boleto o la poción mágica para cambiar su vida, o más
drásticamente cambiar “de” vida, pero después de muchos intentos fallidos de
amigos y familiares, decidí asistir, entre obligado, intrigado y con gran dosis
de curiosidad acepté la invitación de uno de mis grandes amigos a quien le daba
pánico enfrentarse a esto solo; acompañarlo y a la vez darle una oportunidad al
asunto, eran mis primeras intenciones; al fin y al cabo: ¿qué tenía para
perder? Como máximo el fin de semana, pero si todo lo que me decían los que ya
habían asistido era ‘mínimamente acertado’, a cambio de desconectarme por
varios días, dejar el celular, el reloj, los horarios, el estrés de la vida
diaria etc., podría obtener crecimiento espiritual, afianzamiento de la fe,
acercamiento a Dios o el simple hecho de hacer un alto en el camino y analizar
mi propia vida, bien valía la pena el intento.
Y así fue como un viernes a las 5
pm llegué a EMAUS con miles de prevenciones, a ver “qué es lo que es” como
decimos en mi tierra. Mi primera impresión al momento de la llegada fue pensar:
¿esta gente por qué está tan feliz? me sorprendió la amabilidad de los
“servidores” (personas como Ud. o como yo, que previamente han asistido al
retiro y se han preparado para “servir” a los nuevos “caminantes”, como suele
llamarse a los asistentes) al llegar me sorprendió encontrar muchas caras
conocidas, lo cual encendió mi primera prevención, la privacidad. No me gustaba
para nada la idea de abrir mi mente o mi corazón a personas que no sé qué
intenciones reales tengan, afortunadamente, la mayoría tenía las mismas dudas y
miedos que yo, ya que estábamos ahí básicamente por lo mismo: curiosidad,
porque la esposa, el papá, la mamá, el primo, el gato y el perro ya habían
asistido y los habían convencido, o suavemente obligado a asistir, en espera de
un cambio en nuestras vidas.
Me atrevo a afirmar que ninguno
de nosotros tenía idea de qué esperar, y que todos teníamos la misma ansiedad
que causa el no saber qué va a pasar, porque nunca te informan cuales son las
actividades con anterioridad, sumado a las altas expectativas de lo escuchado
por los que ya habían asistido. A medida
que las horas van pasando y que todo iba tomando su orden, uno se va relajando
y las prevenciones van cediendo un poco y cada quien va sumergiéndose en su
propia búsqueda de lo que fue a buscar aunque no sepa reconocerlo: Dios, paz,
cambios, recuperar su familia, su vida, su matrimonio, tomar decisiones,
alejarse de vicios, superar traumas, tusas, malas experiencias, perdonar etc.
llámelo como quiera, el punto es que a medida que pasan las horas, las caretas
y las prevenciones se van cayendo y es
evidente que no importa porque llegaste ahí, lo único claro es que cada quien
lleva su cruz a cuestas, y eso, fue lo primero que aprendí de EMAUS, que nada
es lo que parece ya que uno siempre tiende a creer que sus problemas son los
más grandes o que su vida es un desastre inminente y que pepito o juanito a
quien ves sonriente y feliz en la calle o en las redes sociales, tienen algo
que tú no tienes o descubrió la receta del éxito y la felicidad que tú no has
dado para descubrir, y así te pasas la vida amargado, renegando y por qué no,
muchas veces envidiando lo que no tienes, creyendo que el único jodido eres tú;
pues, en EMAUS, descubrí que ni pepito ni juanito tienen la receta de nada en particular
y que tal vez ellos, tengan más angustias, más problemas o más tragedias que
superar que yo mismo, lo cual tampoco me alegra, pero no nos digamos mentiras,
tranquiliza.
A medida que transcurren los
testimonios y las distintas actividades, se fue descubriendo para mí la
experiencia, y puedo resumirla, en una palabra: Humanizarte. Tener la
oportunidad de escuchar tantas experiencias de vida, de personas del común tan
o más imperfectas que Ud. o que yo, y poder ver como a medida que pasan las
horas cada quien va quitándole una capa a la cebolla con la que nos recubrimos
todos los días para poder enfrentar el mundo, no merece otra palabra y para mi
es el resumen de mi experiencia, tener la oportunidad de escuchar a viva voz,
las vicisitudes de la vida misma, las caídas y levantadas, las luchas y las
tragedias humanas y descubrir que en este camino, todos tenemos nuestra cuota
de sufrimiento, de éxitos, errores, derrotas y la posibilidad de cambiar y
perdonar, para mí fue sumamente enriquecedor.
El tema religioso es muy personal
y cada quien lo recibe de manera diferente lo cual no pienso cuestionar en este
artículo, ni tampoco, violar el pacto de confianza que todos hacemos al
ingresar, me limito a aceptar que para algunos es una experiencia más vívida o
más clara con Dios; para otros como yo, es un acercamiento a algo que pensé
tenía perdido en el camino y no sabía cómo recuperar. Para ser honesto, en
Emaús no se hace nada nuevo ni nada diferente que no se pueda hacer en otro
retiro o en otro tipo de fe; creo que ese no es el punto del asunto, la forma
no es lo importante, es el fondo; cualquier forma de llegar es correcta
mientras lo que busques sea tratar de mejorar así sea un poquito tus errores,
la idea es salir siendo mejor persona de la que entró y ya eso de por sí es
ganancia. Tampoco es un tiquete dorado que va a cambiar o transformar tu vida
de la noche a la mañana, todos los cambios internos llevan un proceso difícil y
doloroso que cada quien debe afrontar y mantener a su manera si realmente espera
que sea definitivo, de lo contrario, a medida que pasen los días, vuelven las
caretas, las mañas, los vicios y las capas de la cebolla vuelven a cubrirnos.
¿Que si es una moda? tal vez para
muchos lo sea, una ‘curita momentánea’ o un requisito impuesto por la sociedad
tan acostumbrada a los quita y pone; pero para muchos, es una oportunidad real
para hacer un alto en el camino y tratar de reparar y sanar episodios dolorosos
y seguir adelante con menos peso sobre los hombros. ¿Qué si es clasista y cerrado
a ciertas clases sociales? Tal vez la forma en que se organiza y sus cupos
limitados no den espacio a que otras personas participen, lo cual espero pueda
cambiar en algún momento y poder tener más alcance en otras esferas de la
sociedad.
Al final de mi retiro, donde
lloré a moco tendido, reí a carcajada suelta, pensé y analicé tantos episodios
de mi vida, salí tan contento y entusiasmado con mi experiencia que fui el
primero en rendir testimonio en la ceremonia de recibimiento, olvidando así
todas las prevenciones que tuve a mi ingreso, para sorpresa de muchos, incluso
de mí. Y fui uno de tantos de los que muchas veces incluso me burlé, cantando a
todo pulmón abrazado con todos mis compañeros de retiro. Conocí de verdad a
muchas personas que antes hasta mal me caían, por las que hoy siento profundo
aprecio y respeto. Hice la promesa de ir todos los días a misa por tres meses,
la cual por supuesto, no he cumplido a cabalidad, aún no se rezar el rosario y
no me he aprendido bien muchas de las oraciones que nos enseñaron, pero tengo
la certeza que, en ese fin de semana, me reencontré con un gran amigo, con el
que no planeo volver a pelear nunca más.
PD: Estos sucedió hace un año.
Faruk Urrutia Jalilie
Tomado de: https://www.kienyke.com/kien-escribe/emaus-mi-expectativa-y-realidad
Tomado de: https://www.kienyke.com/kien-escribe/emaus-mi-expectativa-y-realidad
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