“La fe y el amor se necesitan la una a la otra, de mode que una permite a la otra seguir su camino". Benedicto XVI
Queremos compartir con ustedes este artículo de Onésimo Díaz, publicado en el diario ABC, con motivo del 90 cumpleaños de Benedicto XVI.
El 16 de abril el pontífice emérito cumple 90 años. Pienso que puede ser un buen momento ahora, con motivo de su cumpleaños, hacer balance de su corto y fructífero pontificado.
En su primera encíclica Deus caritas est (25.XII.2005) destacó el papel de la virtud teologal de la caridad. Con sencillez y hondura explicó cómo Dios amó primero a las criaturas. Lo primero y principal era el amor, el amor de Dios por las mujeres y los hombres, es decir, Dios identificado con el amor.
La segunda encíclica Spe Salvi (30.XI.2007) profundizó en otra virtud teologal: la esperanza. En estas páginas se preguntó qué era la vida eterna y contestó que sería amor infinito, alegría y encuentro definitivo con Dios.
Papa Francisco - Benedicto XVI
La tercera y última encíclica se tituló Caritas in veritate (29.VI.2009). A partir de la doctrina social de la Iglesia, desde León XIII hasta Juan Pablo II y deteniéndose en la Populorum progressio de Pablo VI, el papa Benedicto XVI sostuvo que el principio de la doctrina social de la Iglesia era la caridad en la verdad. Lamentó la falta de moral en instituciones y en prácticas financieras, que acababa de desembocar en una crisis económica preocupante. No obstante, el mensaje pretendía ir más allá de esta coyuntura. De este modo, el papa apeló a personas y grupos sociales ajenos a la alianza tradicional y caduca entre el Estado y el mercado. En definitiva, el motor del nuevo orden económico debería fundarse en la solidaridad. Al día siguiente de la publicación de la Caritas in veritate se reunieron los dirigentes del llamado G-8 en Italia. El papa recibió al presidente Obama y le regaló un ejemplar firmado.
Entre las alocuciones de Benedicto XVI cabe destacar el discurso pronunciado en la Universidad de Ratisbona, “Fe, razón y la universidad: memorias y reflexiones” (12.IX.2006). Una cita de unas palabras del emperador bizantino Miguel II Paleólogo, sobre la predicación de la religión islámica usando la espada, causó cierta controversia en el mundo islámico. El papa lamentó el malentendido e invitó a escuchar el discurso completo.
En otra ocasión, Benedicto XVI volvió sobre el encuentro y la colaboración de la fe y la razón en el discurso en la Asamblea General de la ONU (18.IV.2008). Siguiendo el ejemplo de Pablo VI y Juan Pablo II, el papa visitó la sede de Naciones Unidas y dirigió su palabra a los representantes de los países miembros. Se detuvo en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, basada en el derecho natural y no en una tradición humana. Pidió a la ONU velar por el orden internacional y el bien común.
Un tercer discurso digno de ser comentado fue pronunciado en París ante representantes de la cultura francesa en el Collège des Bernardins (12.IX.2008). Benedicto XVI se situó en París como san Pablo en Atenas, en ciudades cultas que se preguntaban y planteaban las grandes cuestiones. Al final de su intervención sentenció que la verdadera cultura se preguntaba sobre Dios, que era la base de la cultura europea.
En estos tres discursos, en las tres encíclicas antes mencionadas y en otros escritos, el papa percibió la llegada de una dictadura del relativismo, presente en las modas, la cultura, las leyes, y los medios de comunicación. Cada vez era más frecuente la pérdida del sentido de la verdad y la búsqueda de sucedáneos en lo trivial y pasajero. Los logros culturales de la civilización occidental se desintegraban sin solución de continuidad. Según el vaticanista norteamericano Weigel, el pontífice vislumbraba la posibilidad de una nueva edad oscura.
Quizá esa oscuridad influyera en la renuncia del 10 de febrero de 2013. Si Pío XII y Pablo VI habían considerado esa posibilidad ante personas de su confianza en momentos difíciles, finalmente Benedicto XVI dio ese paso pensando en el bien de la Iglesia. Ahora que han pasado cuatro años de esa decisión es buen momento para agradecer al papa emérito su magisterio y para desearle que cumpla muchos años más, acompañando física y espiritualmente al papa Francisco.
Onésimo Díaz es autor de “Historia de los papas en el siglo XX” (2017) e investigador de la Universidad de Navarra
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