¿Qué es el agua bendita?
Santa Teresa de Jesús era particularmente devota al agua bendita y la usaba cuando tenía tentaciones y desconsuelos
TEÓLOGO RESPONDE
El Padre Miguel A. Fuentes es responsable de la página teologoresponde.org y por su excelente contenido queremos compartir esta pregunta que una persona le hizo recientemente:
Pregunta:
¿Me puede usted informar algo sobre el agua bendita y su empleo?
Respuesta:
Estimada:
El empleo del agua bendita es antiquísimo, y hay testimonios de la costumbre de usarla ya entre los primeros cristianos. “La Iglesia recomienda su uso aun fuera de la liturgia como medio para alejar las insidias del diablo, para conjurar los peligros, para atraer las bendiciones celestiales sobre las casas, el campo, el trabajo, las personas. El deseo de los fieles de usar frecuentemente este sacramental hizo nacer la costumbre generalizada más tarde de poner a la entrada de la iglesia la llamada ‘pila del agua bendita’. En los siglos VIII a IX el agua bendita adquiere el largo empleo que todavía conserva en toda clase de bendiciones”[1].
Santa Teresa de Jesús era particularmente devota y la usaba cuando tenía tentaciones y desconsuelos; dice ella: “Debe ser grande la virtud del agua bendita. Para mí es particular y muy conocida consolación que siente mi alma cuando la tomo”[2]. Una de las compañeras de la Santa, Ana de Jesús, cuenta en el proceso de beatificación: “Nunca quería que caminásemos sin ella (sin agua bendita). Y por la pena que le daba si alguna vez se nos olvidaba, llevábamos calabacillas de ella colgadas a la cinta, y siempre quería la pusiéramos una en la suya, diciéndonos: ‘no saben ellas el refrigerio que se siente teniendo agua bendita; que es un gran bien gozar tan fácilmente de la sangre de Cristo’. Y cuantas veces comenzábamos por el camino a rezar el Oficio Divino, nos la hacía tomar”[3].
Y en una de sus cartas escribe a una persona que sentía mucho temor: “Este temor que dice, entiendo cierto debe ser que el espíritu entiende siente el mal espíritu, y aunque con los ojos corporales no lo vea, débele de ver el alma, o sentir. Tenga agua bendita junto a sí, que no hay cosa con que más huya. Esto me ha aprovechado muchas veces a mí. Algunas no paraba en solo miedo, que me atormentaba mucho; esto para sí solo. Mas, si no le acierta a dar el agua bendita, no huye, y así es menester echarla alrededor”[4].
Pbro. Miguel A. Fuentes |
[1] Cf. Cardenal Francesco Roberti, Diccionario de Teología Moral, Ed. Litúrgica Española, 1960, voz “agua”.
[2] Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 31.
[3] BMC, 18, p. 465.
[4] Santa Teresa, Cartas, 9.
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