El beso del sufrimiento gozoso

Cuando San Francisco decidió explicar el significado de “gozo perfecto” a un frío y mojado Hno. Leo, le dio una letanía de ejemplos convencionales de lo que gozo perfecto no era.

El 25 de septiembre de 1996, Nuestra Madre nos invitó a ofrecer nuestras cruces y sufrimientos por sus intenciones. Nos dijo “¡Queridos hijos! Hoy los invito a ofrecer sus cruces y sus sufrimientos por mis intenciones. Hijitos, ofrezcan sus sufrimientos como un regalo a Dios, a fin de que se conviertan en una hermosísima flor de alegría. Por eso, hijitos, oren para que sean capaces de entender que el sufrimiento puede convertirse en alegría y la cruz en camino de alegría.”
Fr. Michael Della Penna en su visita a África
Fr. Michael Della Penna en su visita a África
Sin embargo, mientras estuve en África  me pregunté una vez más cómo era posible que los pobres fueran tan felices cuando sufren tanto y tienen tan poco, ¿Cómo los niños podían reír y sonreír y estar llenos de tanta alegría cuando viven en profunda miseria?. Mientras que el término “sufrimiento gozoso” parece ser contradictorio, los grandes santos entendieron que estas dos realidades aparentemente opuestas son realmente las dos caras de la misma moneda.
Cuando San Francisco decidió explicar el significado de “gozo perfecto” a un frío y mojado Hno. Leo, le dio una letanía de ejemplos convencionales de lo que gozo perfecto no era, lo que incluía: A todos los hermanos dando ejemplo de santidad y edificación; realizando obras milagrosas como curar a los paralíticos etc., o incluso resucitando a los muertos.  Francisco describió entonces una escena miserable de ellos tocando a la puerta de un monasterio en la que no solamente los rechazaban, los llamaban mentirosos y los dejaban afuera en la lluvia mientras estaban hambrientos, llenos de lodo y con frío, sino que además los expulsaban con “maldiciones y golpes” llamándolos “viles impostores” y “ladrones.”  Concluyó diciendo “si aceptamos todo esto con paciencia, con alegría y caridad, oh Hermano Leo, escribe que eso es verdaderamente gozo perfecto”.
El propósito de esta desconcertante parábola Franciscana acerca de encontrar gozo en el sufrimiento es perturbarnos y, hasta poner al revés nuestra idea de sufrimiento.  Desafía nuestro propio concepto de felicidad, lo que se define a menudo en términos materialistas o hedonistas, que la mide bajo el criterio del consumismo donde “más es mejor.”  Sin embargo, nuestra felicidad no depende de cualquier circunstancia exterior sino es un “trabajo interno” arraigado en nuestra relación con Dios.
La Madre Teresa experimentó sus propios sufrimientos como momentos de gracia y formas de entender cuanto la amaba realmente Dios, refiriéndose a ellos como sus pequeñas lecciones que le enseñaban a confiar en Dios y no en ella misma, ella dijo: “El sufrimiento, nunca estará completamente ausente en nuestras vidas. Así pues, no tengas miedo de sufrir.  Tu sufrimiento es un medio fabuloso de amar si sabemos aprovecharlo, y sobre todo si lo ofrecemos para que haya paz en el mundo.  El sufrimiento en sí mismo y de forma aislada es inútil, pero el que participa de la gran pasión de Cristo es un don maravilloso y una señal de amor.”
Nuestro increíblemente generoso Dios nos permite misteriosamente compartir su sufrimiento y dolor como un medio de mayor unión con Él.  Madre Teresa creía que mientras Dios es un Dios de amor y no quiere que sus niños sufran, nuestra aceptación del dolor puede ser redentora para nosotros y para otros.  “Si rezamos, será fácil aceptar el sufrimiento” lo que ella decía que es “el beso de Jesús, una señal que te has acercado tanto a Jesús en la cruz que puede besarte.”
Esta imagen me llevó a los niños perfectamente felices en África a quienes puedo imaginar siendo consolados con una lluvia de santos besos celestiales de Jesús.


por Fr. Michael Della Penna

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